Ayer se cumplieron 110 años de la publicación de Heurística de la generación y conversión de la luz, donde Albert Einstein explicaba el efecto fotoeléctrico. Esta contribución sería por la que el físico alemán obtendría su Premio Nobel años más tarde, en 1921. Hoy os hablaré de este fenómeno físico, de algunas de sus manifestaciones cotidianas y de la concesión de ese Premio Nobel de Física.
En una de las más fascinantes mentes que ha habido a lo largo de la historia, como lo fue la de Albert Einstein, convivían situaciones imaginarias totalmente contrarias a lo que nos dicta nuestra propia intuición. Espacio y tiempo son magnitudes que pueden parecer absolutas e invulnerables, pero, amigos… todo es relativo. Hoy os voy a hablar del curioso caso de la paradoja de los gemelos.
Hoy voy a hacer una incursión en la química para hablaros de un fenómeno relacionado con un perfecto digestivo después de una copiosa cena como lo es un buen Gin Tonic. Hablamos de fluorescencia y de quinina…
Soy gallego. Desde siempre he vivido cerca de la costa y no podría entender mi vida sin el mar. Para mí el mar es una de las manifestaciones más majestuosas de la naturaleza, símbolo de pureza, fuerza y serenidad y portador de una belleza única. Hoy os voy a hablar de lo que probablemente suponga uno de los mejores espectáculos que nos ofrece.
Esto es un alumno de Física que le pregunta a su profesor: “Si no hemos conseguido llegar a la superficie del Sol, ¿cómo podemos saber de qué está compuesto?”. A lo que el maestro responde: “La ciencia no abarca solamente lo que podemos palpar con nuestras propias manos, supón un edificio muy, muy alto, cuya parte superior no podamos siquiera ver… ¿cómo medirías su altura?”.
A veces los avances científicos y tecnológicos son una moneda de doble cara. Hoy os voy a hablar acerca de lo que supone una de las fuentes energéticas más prometedoras del futuro y una de las armas más destructivas de la historia. Hablamos de la fusión nuclear.
Cuando pensáis en física probablemente se os vengan a la cabeza grandes pizarras de fórmulas, ecuaciones y diagramas, sistemas planetarios, la teoría de cuerdas, el LHC… Y todo eso está muy bien, pero yo hoy, amigos, os voy a hablar de vuestro desayuno.
En diciembre de 1914 se libró en las islas Maldivas una batalla naval entre las flotas británica y alemana. Ambos los dos bandos conocían el principio físico del que os voy a hablar hoy, y su implicación en la desviación de los disparos de larga distancia, y aplicaban los cálculos correspondientes a la latitud en la que se encontraban. Sin embargo, los cañonazos se alejaban mucho de acertar en el blanco. Ninguno de los dos mandos se percataba de que habían rebasado el Ecuador y estaban en el hemisferio sur, lo que condiciona el cálculo del tiro. Fue la flota germana la que se dio cuenta antes. También fue la flota germana la que ganó esa batalla. Hoy os voy a hablar del efecto Coriolis.
Quiero que te pongas a pensar conmigo un momento. ¿Desde cuándo se estudia la luz? Un porrón de años, ¿verdad? Pues vaya si hace tiempo: se han encontrado lentes que datan del año 700 a.C. en lo que antaño fue Asiria. E igual que los asirios, se han encontrado lentes antiquísimas en Egipto, Grecia y Babilonia. No se trata de investigación en el sentido que esperaríamos, pero por lo menos sí que se molestaron en aprovecharse de sus propiedades (aunque no supieran cuáles fueran) para hacer lentes.
Actualmente en nuestra sociedad el desinterés y el desprestigio científicos están a la orden del día. Mientras que no conocer quién fue Cervantes se considera una falta importante, no saber quiénes fueron Bohr o Foucault no tiene mera relevancia, y así nos luce el pelo (con el mayor de los respetos hacia la gran eminencia de las letras españolas). Se considera la ciencia algo confinado únicamente al ámbito académico, en el cual intentamos motivar a un chaval a enamorarse de la química haciéndole aprender de memoria una tabla periódica, por poner un ejemplo.